jueves, 31 de marzo de 2011

los paramos


Los páramos, también conocidos sólo como "páramo”, son ecosistemas de montaña andinos que pertenecen al Dominio Amazónico. Se ubican discontinuamente en el Neotrópico, desde altitudes de aproximadamente 2900 msnm hasta la línea de nieves perpetuas, aproximadamente 5000 msnm.

Van desde Colombia hasta el norte del Perú. También existen pequeñas extensiones de páramo en Costa Rica y Panamá.[1]

En Venezuela, Colombia y el norte del Ecuador están caracterizados por la presencia de los "frailejones" que pertenecen al género Espeletia (más de 200 especies); además de los "frailejones", hay muchos géneros y especies vegetales endémicas del páramo, y también hay vegetales de amplia distribución pero que no son los determinantes.

Dada la (pequeña) controversia que existe sobre si jalca (nombre usado para este tipo de ecosistema en el Perú) y páramo son o no la misma formación, a veces en el Perú se usa el término combinado páramo-jalca. En términos generales, si se acepta que la jalca es otra cosa que el páramo, entonces dentro de lo que se considera típicamente como páramo desde Venezuela hasta Ecuador habría tantas diferencias internas que en aras de la coherencia se necesitaría una gran cantidad de otros ecosistemas diferentes (un páramo venezolano con frailejones sobre terreno pedregoso y seco es mucho más diferente de un páramo ecuatoriano oriental húmedo, que la jalca peruana de un páramo de pajonal típico en los cuatro países).

impotancia de los paramos

La visita a un páramo es una experiencia singular, pero para ello hay que dotarse de una visión diferente, que se eleva más allá de la majestuosidad de las montañas o de los cielos generalmente azules, imponentes, y que se detiene en lo pequeño, en lo micro, en lo que nuestros ojos tal vez no captan a primera vista, pero que se presenta y abre ante nuestras retinas asombradas, cuando nos detenemos a admirar las minúsculas florecillas, las hierbas que se esconden debajo de nuestras plantas, los arroyuelos cristalinos que se riegan por doquier.



Estos ecosistemas maravillosos son dignos de atención y de muchísimo cuidado: son sumamente frágiles, se deterioran y también en ellos los cambios climáticos están haciendo estragos evidentes, con los consiguientes peligros que entraña su deterioro o su desaparición.



Claro que frente a la lujuriosa vegetación de los trópicos, de las zonas amazónicas o de la costa ecuatoriana, parecería que los páramos aparecen como menos deslumbrantes, menos vistosos, menos coloridos e impactantes frente a las retinas, pero todo ello no deja de ser un decir, una apariencia, porque la importancia de los páramos y específicamente de los páramos andinos, es enorme; está ligada con la producción de agua, sin la cual no es posible la vida. Podríamos decir, incluso, que buena parte de la llanura amazónica, de su riqueza, de su biodiversidad, no sería posible, sin el aporte que los páramos andinos le entregan, con el deslizarse de sus aguas y el desprendimiento de sus limos, de su tierra generosa.

la fiebre del oro en santurban

Santander, entre el progreso y la deforestación. Crónica de la explotación aurifera en alta montaña. El páramo de Santurbán, donde nace el agua que alimenta a Bucaramanga y otras zonas de Santander, vive un nuevo reto: la minería a gran escala, una de las locomotoras que ha anunciado el gobierno. Fuente: diario El Espectador 22/12/2010. La Serranía de Santurbán, en Santander, se encuentra en el centro del debate sobre los efectos de la explotación minera en el país. Lo que está de fondo es una puja entre el desarrollo minero energético, materializado por el presidente Santos como una de las locomotoras de la economía, y la riqueza natural y biodiversa de Colombia. Dos posturas legítimas que se contraponen y sobre las que el mismo Presidente se ha referido como la gran pregunta que se hace el mundo: ¿Cómo conciliar estas dos miradas sobre el planeta? La una propone que a pesar de los efectos ambientales es mayor el beneficio y el progreso, y la otra asume que el irreversible daño que causan estos proyectos dejará a un país desértico y raído. A unas pocas horas de Bucaramanga, por la carretera que de Santander conduce al Norte de Santander, se encuentra la Serranía de Santurbán, de 92 mil hectáreas, que se entrelaza con el cielo, un banco de niebla donde nace el agua que alimenta algunas zonas de los dos departamentos. Allí la explotación de oro es una práctica antigua. Desde la Colonia, estas montañas han sido escarbadas para sacar el precioso mineral, pero ellas se niegan y lo guardan en sus entrañas. Tan sólo pequeñas cantidades son expulsadas a través de las corrientes internas de la tierra y van a parar en los ríos que se forman en la falda de la montaña. Desde la mitad de la década de los 90 empezó el boom de las transnacionales mineras. Muchas fueron las compañías que pusieron el ojo en Santander, entre esas la poderosa Greystar Resources Ltd. Una multinacional canadiense de la cual la Corporación Financiera Internacional (ICF, en inglés), agencia del Banco Mundial que invierte en proyectos privados, es el mayor accionista, con el 11%, así como el JP Morgan, uno de los bancos más grandes del mundo. En uno de los picos de esta serranía, a 3.900 metros de altura, la Greystar clavó la bandera y lo bautizó Proyecto de Angostura. Hoy, esta compañía está a la espera de que el Ministerio de Medio Ambiente le otorgue la licencia ambiental que permitiría empezar la etapa de explotación, la cual duraría hasta 2025, pero los movimientos ambientalistas han puesto el grito en el cielo y hasta el procurador Alejandro Ordóñez, hace dos días, sentó su posición, al pedirle al Ministerio de Ambiente estudiar la posibilidad de no otorgara la licencia, a pesar de que el nuevo código minero prohibió la minería de alta montaña, este marco normativo no aplica para el Proyecto de Angostura, ya que cuando se otorgó no existía ninguna prohibición al respecto.

Agua

El agua es el principal e imprescindible componente del cuerpo humano. El ser humano no puede estar sin beberla más de cinco o seis días sin poner en peligro su vida. El cuerpo humano tiene un 75 % de agua al nacer y cerca del 60 % en la edad adulta. Aproximadamente el 60 % de este agua se encuentra en el interior de las células (agua intracelular). El resto (agua extracelular) es la que circula en la sangre y baña los tejidos. En las reacciones de combustión de los nutrientes que tiene lugar en el interior de las células para obtener energía se producen pequeñas cantidades de agua. Esta formación de agua es mayor al oxidar las grasas - 1 gr. de agua por cada gr. de grasa -, que los almidones -0,6 gr. por gr., de almidón-. El agua producida en la respiración celular se llama agua metabólica, y es fundamental para los animales adaptados a condiciones desérticas. Si los camellos pueden aguantar meses sin beber es porque utilizan el agua producida al quemar la grasa acumulada en sus jorobas. En los seres humanos, la producción de agua metabólica con una dieta normal no pasa de los 0,3 litros al día.
EL AGUA

El agua es sinónimo de vida; sin embargo, en estos últimos años, hemos podido observar que su calidad y pureza se han ido perdiendo, dejando en su lugar contaminación y muerte; pero, lo más inquietante es el hecho de que le estamos heredando a las futuras generaciones de nuestro planeta un porvenir desierto y hostil; esto es preocupante, pues dependemos de manera indispensable de este recurso natural.

Pero, ¿por qué los seres humanos somos tan insensatos que destruimos y aniquilamos las bellezas naturales tan fascinantes con las que Dios nos premió? Quizás sea por el hecho de que ahora el mundo ha cambiado, ya no vemos su belleza a través de los ríos de aguas claras y cristalinas o del canto de un pajarillo, ahora lo vemos a través de un montón de trozos de papel y metal llamados dinero, que corrompen la mente llenándola de avaricia y desprecio por la naturaleza.

Sin embargo, existe mucha preocupación en nuestra época por conservar el agua y los recursos naturales. ¿Por qué? Por el simple hecho que al hombre le ha costado mucho llegar a entender que sin ellos los seres vivos nos extinguiríamos; de hecho, ya se están sufriendo las consecuencias del descuido del hombre hacia el medio ambiente, los recursos escasean, el agua empieza a faltar en varios países. Esta es la alarma que la naturaleza nos da para que reflexionemos y corrijamos nuestros errores, pues aún tenemos tiempo para ello.


jueves, 24 de marzo de 2011

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